Descripción del proyecto

Coleccion

Sala: SALA 5

Nº de Orden: SALA 5-25

Nº de Registro: s/n

Nº de Inventario: s/n

Autor: Desconocido. ¿Taller de Talavera o de Sevilla?

Materia técnica de fabricación: Azulejo pintado con esmaltes sobre base de loza blanca (mayólica).

Dimesniones: Azulejos de las bandas superior e inferior: 13 x 14 cm. Azulejos del paño central: 14 x 14 cm.

Cronología: Segunda mitad del siglo XVI.

Titularidad: Fundación Caja Segovia

Procedencia: Conservados en el propio edificio.

Ubicación: Torreón de Lozoya. Expuesto en Sala 5.

Estado de Conservación: Bueno en general con algunas pérdidas de decoración y de volumen en varios azulejos.

Descripción: Zócalo o arrimadero de azulejos, esmaltado en amarillo, azul y ocre anaranjado, sobre fondo blanco, que rodea por completo la estancia, organizando su decoración en tres partes claramente diferenciadas. Las bandas superior e inferior son iguales, estando subdivididas en franjas horizontales de diferentes alturas y con distinta decoración: un festón de hojas de acanto que se anuda con cintas, un plano en el que se recortan acanaladuras verticales, un contario con perlas redondas y alargadas, terminando en una cenefa de decoración vegetal muy esquemática. En la parte central se distinguen dos conceptos ornamentales. La mayor parte del paramento está ocupada por la reiteración de un diseño geométrico seriado, consistente en una combinación de motivos cruciformes, octógonos y hexágonos, en cuyo interior se inserta decoración vegetal. Esta ornamentación se interrumpe, de cuando en cuando, por la presencia de unos paneles independientes, con marco sogeado, en cuyo interior aparecen dos tipos de decoración: o bien un nuevo marco ovalado, de cueros recortados, dentro del cual se disponen diversas aves en un paisaje (tres garzas o zancudas -una de ellas devorando a una culebra- y una lechuza), o bien una decoración meramente ornamental, igualmente de cueros recortados, que incluye máscaras. Variante de este último planteamiento es un panel heráldico, con el escudo de la familia Eraso (dos lobos puestos en palo) que adquirió y reformó el edificio, mediado el siglo XVI.

Biografía:

Comentario: Al menos desde el siglo XIII existe una amplia constancia de la utilización de zócalos decorados de diferentes formas en la arquitectura civil segoviana. Los ejemplos más notables corresponden, en estos inicios, a pinturas “a lo morisco”, caracterizadas por el empleo del color almagre sobre fondo blanco y por la decoración de entrelazo, que en la Torre de Hércules se acompaña de un singular e importantísimo elenco de temas figurativos. Durante el siglo XV, e incluso a inicios del siglo XVI, la costumbre se mantuvo, llegándose a decorar de este modo paredes enteras en templos e incluso fachadas, como ocurre en el Castillo de Coca. Sin embargo, al interior de esta fortaleza toma gran protagonismo otro tipo de decoración, igualmente geométrica, pero más básica, cuyas líneas incisas sobre el mortero fresco dan lugar a campos que se policroman con colores planos. Aunque en el castillo esta ornamentación tapizó los paños centrales de las paredes, dejando el zócalo vacío, los términos se invirtieron en Segovia capital, donde la decoración se concentró en las partes inferiores de los muros. El siglo XVI introdujo un cambio sustancial en esta evolución al imponer los vistosos arrimaderos de azulejos polícromos con decoraciones renacentistas, siendo el Torreón de Lozoya su mayor exponente. Quedan vestigios de cómo estuvieron así decoradas sus estancias en cuatro ámbitos, aunque por fotografías antiguas sabemos que existió, al menos, otra más con azulejos distintos a los conservados. Segovia se unió así a las nuevas modas que se impusieron en el país a raíz de la llegada del artista italiano Francisco Nicoluso Pisano a Sevilla en los últimos años del siglo XV, responsable de incorporar la decoración renaciente a la azulejería, así como de introducir la cerámica renacentista pintada (mayólica), quizá aprendida en talleres de Fayenza. Juan de Vera adscribe los azulejos del edificio a talleres de Sevilla y Talavera de la Reina. Curiosamente, los siglos del Barroco volvieron a imponer, aunque de forma mucho más tímida, los zócalos de grafitos incisos policromados sobre revoco (a veces con decoración esgrafiada), que serían también empleados en algunos inmuebles del siglo XX, como guiño a la tradición segoviana.
Sin duda, el zócalo que comentamos es el más espectacular del conjunto conservado en el Torreón de Lozoya, superando al resto en altura y ambición, dada la importante particularidad de incluir los referidos paneles figurativos y heráldicos. Por fotografías antiguas sabemos que el zócalo partía originalmente del suelo; sin embargo, hoy lo hace desde un rodapié cerámico moderno. A pesar de ello, es muy posible que el arrimadero no se haya removido de su ubicación original, dado que el rodapié se colocó durante la rehabilitación del edificio, en el siglo pasado, como consecuencia de haberse rebajado la cota del pavimento en esta estancia. El conjunto está realizado con la técnica conocida como “mayólica”, en la que los motivos están pintados sobre una base cerámica de loza blanca. Parte de los diseños geométricos empleados en la azulejería hispana del Renacimiento procedió de las estampas que Sebastiano Serlio incluyó en su tratado sobre arquitectura, aludiéndose a veces a ellos como “azulejos serlianos”.
“Azulejo”, deriva del nombre árabe “al Zulaija”, que quiere decir “piedra bruñida pequeña”. La ley del Patrimonio Histórico Español, de 1985, puntualiza como “Bien Inmueble” la cerámica aplicada al campo de la arquitectura. El Torreón de Lozoya es un gran ejemplo.

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