«La Obra de Jesús Unturbe en los Fondos de la Fundación Caja Segovia»
Torreón de Lozoya- Salas de Palacio
Agosto 2017
horario de visitas:
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Jesús Unturbe (1895-1983)
Dentro de los fondo artísticos de la Fundación Caja Segovia, la figura de Jesús Unturbe ocupa un lugar destacado tanto por la cantidad de obras reunidas como por su variedad y calidad, dado que cuenta con pintura, dibujo y, por supuesto, fotografía, faceta profesional, esta última, a la que nuestro artista debe buena parte de su celebridad.
Jesús Unturbe Tablada constituyó la tercera generación de una familia de fotógrafos. Su abuelo, León Unturbe y Conte, se había afincado en Segovia hacia 1888, en un momento en el que comenzaban a proliferar los establecimientos fotográficos en la ciudad. Nació en Segovia el 20 de enero de 1895. En su formación inicial, la pintura y el dibujo debieron constituir un gran objetivo, habiendo comenzado a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Segovia a la temprana edad de diez años. No obstante, pronto simultanearía estas prácticas artísticas con la fotografía, de la mano de su padre, Tirso Unturbe Macón, puesto que con veinticuatro años, en 1919, Jesús Unturbe se hace cargo de la dirección del gabinete fotográfico.
Paralelamente a su trabajo como retratista de estudio, desarrolló una obra creativa que se adscribe al movimiento denominado “Pictorialista” o “Pictorialismo”. “El pictorialismo –dice Cristina Zelich- nace como respuesta a una serie de reflexiones sobre el propio medio, sobre la legitimidad de la representación fotográfica y en defensa de un estatus artístico para la fotografía”. Se manifestó con intensidad en Europa entre 1880 y 1910, sumándose España con cierto retraso hacia 1900. Las palabras de uno de sus representantes, Luis de Ocharan, son bastante elocuentes sobre sus fines: “Fotografía es arte, porque los procedimientos fotográficos sólo son medios para conseguir el fin primordial, que es el cuadro fotográfico, y son simples servidores del sentimiento estético que nos mueve y anima a concebir y crear el asunto. Es arte porque el fotógrafo artista retrata lo bello, lo tierno, lo grande, lo que atesora poesía, lo que compone en Naturaleza y acentuando las propias bellezas con lo que la naturaleza le brinda, las armoniza y modifica a placer y antojo en pro del fin artístico que persigue.” El movimiento se desenvolvió en nuestro país hasta 1936, aunque mantuvo una cierta continuidad hasta los años sesenta. Además de temas simbolistas, historicistas, religiosos o literarios, el pictorialismo español entabló una serie de amplias conexiones con el Regeneracionismo y el 98, reflejando estereotipos, como escenas rurales o personajes populares con sus indumentarias, junto a la visión más trasnochada de la religión y la recuperación de las raíces históricas que pretendían plasmar la esencia de lo español. Dentro de estos parámetros se desenvuelven los temas principales de la obra de Jesús Unturbe.
“El paisaje tanto urbano como rural –dice Aku Estebaranz- es un tema central de su obra. En esas obras pone de manifiesto su personal forma de mirar Segovia como entorno inmediato y a sus pueblos. La niebla del barrio de San Millán a primera hora de la mañana, tomada desde el Pinarillo o la vista de la Canaleja muestran cómo logra captar la atmósfera segoviana. Y no duda en introducir el elemento humano en sus rincones segovianos (…). Las habilidades de Unturbe se pueden resumir en una de sus grandes fotografías “El Eresma”.
En cuanto a los tipos populares, Unturbe afronta el tema desde diferentes conceptos, ya sea desde el retrato, ya captándolos en acciones cotidianas, en su entorno natural, cual escena de género. Su versatilidad le permite abordar el retrato tanto en el estudio –donde el modelo y la luz pueden ser manipulados a conveniencia- como en el exterior –donde los condicionantes son mucho mayores-. Destacan sobremanera en su forma de trabajar y en sus resultados los rostros en primer plano, cargados de expresividad y hondura sicológica; en los retratos de estudio, el potencial expresivo de la figura se acrecienta con el uso de fondos neutros, concentrando todo el interés de la obra en los rasgos y gestos del personaje. Fotografía que alcanzó celebridad fue el retrato de un tipo segoviano, “El tío Fermín”, a la que se otorgó el Premio de Honor del Concurso de Arte Fotográfico de Valladolid en 1928, siendo por ello incluido su autor en la “Galería de Fotógrafos Notables” de la revista “El Progreso Fotográfico”.
Otro tema predilecto de Jesús Unturbe lo constituyen los gitanos, a cuyo encuentro acudió en varias ocasiones a las afueras de Segovia, reflejándolos con la ciudad al fondo, aunque optara por el estudio para algunos retratos. Con “Dos Alcázares”, Unturbe alcanzó una de las cotas más altas de su producción; en esa fotografía contrapone el carromato gitano y las figuras que descienden de él con un majestuoso, pero difuminado Alcázar, creando una atmósfera enigmática.
Después de treinta años de carrera profesional, poco después de la muerte de su padre, acaecida en 1948, Jesús Unturbe abandonó la fotografía para dedicarse a la pintura, cediendo el conocido gabinete fotográfico de la calle Juan Bravo a su discípulo José María Heredero.