Descripción del proyecto

Coleccion

Sala: SALA 17

Nº de Orden: SALA 17-16

Nº de Registro: s/n

Nº de Inventario: s/n

Autor: Desconocido. ¿Taller de Talavera o de Sevilla?

Materia técnica de fabricación: Azulejo pintado con esmaltes sobre base de loza blanca (mayólica).

Dimesniones: Azulejos de 14 x 14 cm.

Cronología: Segunda mitad del siglo XVI

Titularidad: Fundación Caja Segovia

Procedencia: Conservados en el propio edificio

Ubicación: : Torreón de Lozoya. Expuesto en Sala 17.

Estado de Conservación: Bueno en general con algunas pérdidas de decoración y de volumen en varios azulejos.

Descripción: Zócalo o arrimadero de azulejos, esmaltado en amarillo, azul y ocre anaranjado, sobre fondo blanco, que rodea por completo la estancia, organizando su decoración en tres partes claramente diferenciadas. La franja superior consiste en dos cenefas con diseños seriados: la que culmina el arrimadero es de decoración vegetal muy esquemática, en tanto que la segunda, de mayor envergadura, consiste en un mascarón rodeado por decoración de roleos. En el paño central se repite otro motivo, consistente en un plafón con un centro vegetal de acantos con roleos, rodeado por medias circunferencias que inscriben rosetas. En la parte inferior se reitera un nuevo motivo, en el que dos personajes, con brazos y piernas vegetales, sujetan un trozo de tela.

Biografía:

Comentario: Al menos desde el siglo XIII existe una amplia constancia de la utilización de zócalos decorados de diferentes formas en la arquitectura civil segoviana. Los ejemplos más notables corresponden, en estos inicios, a pinturas “a lo morisco”, caracterizadas por el empleo del color almagre sobre fondo blanco y por la decoración de entrelazo, que en la Torre de Hércules se acompaña de un singular e importantísimo elenco de temas figurativos. Durante el siglo XV, e incluso a inicios del siglo XVI, la costumbre se mantuvo, llegándose a decorar de este modo paredes enteras en templos e incluso fachadas, como ocurre en el Castillo de Coca. Sin embargo, al interior de esta fortaleza toma gran protagonismo otro tipo de decoración, igualmente geométrica, pero más básica, cuyas líneas incisas sobre el mortero fresco dan lugar a campos que se policroman con colores planos. Aunque en el castillo esta ornamentación tapizó los paños centrales de las paredes, dejando el zócalo vacío, los términos se invirtieron en Segovia capital, donde la decoración se concentró en las partes inferiores de los muros. El siglo XVI introdujo un cambio sustancial en esta evolución al imponer los vistosos arrimaderos de azulejos polícromos con decoraciones renacentistas, siendo el Torreón de Lozoya su mayor exponente. Quedan vestigios de cómo estuvieron así decoradas sus estancias en cuatro ámbitos, aunque por fotografías antiguas sabemos que existió, al menos, otra más con azulejos distintos a los conservados. Segovia se unió así a las nuevas modas que se impusieron en el país a raíz de la llegada del artista italiano Francisco Nicoluso Pisano a Sevilla en los últimos años del siglo XV, responsable de incorporar la decoración renaciente a la azulejería, así como de introducir la cerámica renacentista pintada (mayólica), quizá aprendida en talleres de Fayenza. Juan de Vera adscribe los azulejos del edificio a talleres de Sevilla y Talavera de la Reina. Curiosamente, los siglos del Barroco volvieron a imponer, aunque de forma mucho más tímida, los zócalos de grafitos incisos policromados sobre revoco (a veces con decoración esgrafiada), que serían también empleados en algunos inmuebles del siglo XX, como guiño a la tradición segoviana.
Este arrimadero se repite en otra sala. El conjunto está realizado con la técnica conocida como “mayólica”, en la que los motivos están pintados sobre una base cerámica de loza blanca. Parte de los diseños geométricos empleados en la azulejería hispana del Renacimiento procedió de las estampas que Sebastiano Serlio incluyó en su tratado sobre arquitectura, aludiéndose a veces a ellos como “azulejos serlianos”.
“Azulejo”, deriva del nombre árabe “al Zulaija”, que quiere decir “piedra bruñida pequeña”. La ley del Patrimonio Histórico Español, de 1985, puntualiza como “Bien Inmueble” la cerámica aplicada al campo de la arquitectura. El Torreón de Lozoya es un gran ejemplo. Ornamentaciones similares a las de este zócalo aparecen en los esgrafiados de la galería que da al jardín, donde vemos aparecer también personajes de miembros metamorfoseados en vegetales y un centro vegetal muy parecido al comentado.

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